Según las últimas investigaciones científicas, los humanos dejaron las primeras pruebas de su dominio del lenguaje hace unos 7.000 años, cuando comenzaron a escribir. La comunicación verbal entre los Homo sapiens se inició, todavía en el corazón de África, mucho antes, hace unos 60.000 años. Con anterioridad, los Homo sapiens habían sido capaces de comunicarse solamente con el lenguaje de su cuerpo y el entendimiento de sus emociones.
Esta capacidad de comunicación no desapareció con la aparición y el desarrollo del lenguaje hablado y escrito, sino que continuó desarrollándose en paralelo, enriqueciendo con matices variados nuestro proceso de comunicación.
Es interesante sin embargo que, mientras hemos reglado y convertido en ciencia el lenguaje en sus formas verbal y escrita, nos hemos olvidado de seguir estudiando y enriqueciendo el único lenguaje común para toda la raza humana, el de nuestro cuerpo y nuestras emociones.
Uno de los mayores y mejores hallazgos de mi humilde aprendizaje de coaching ha sido el de la comunicación a través de los tres subdominios.
El leer tridimensionalmente el mensaje que me pasan las personas que me rodean con su lenguaje hablado, los gestos de su cuerpo y las emociones de su alma, dejando que los tres se combinen y complementen en mi mente para captarlo y entenderlo en su plenitud y permitirme establecer una comunicación / conversación también tridimensional, ha sido, y sigue siendo, una experiencia tremendamente enriquecedora.
Ahora libero mi cuerpo cuando hablo, enriquezco mis palabras con mis gestos y permito que mis emociones transpiren por mi piel.
He descubierto el placer de mirar a las personas a los ojos, confirmándoles mi interés por recibir y entender su mensaje, me fijo en la posición de su cuerpo, en el lenguaje de sus manos y la calidez de su sonrisa, que devuelvo estableciendo una complicidad que confirma mi interés genuino por la conversación. Se establece así una comunicación mucho más enriquecedora en matices, profundidad y compromiso; se genera una alianza donde entiendo la importancia y la complejidad de lo que me estás transmitiendo y te lo devuelvo de la misma forma, para que tú también me entiendas.
Incluso antes de comenzar una comunicación, busco entender las emociones que me transmiten las personas con las que voy a hablar, si las noto tensas, relajadas, frustradas, felices, cabreadas, cansadas, con/sin ánimo de comunicar, abiertas o cerradas.
Me fijo también en la posición de su cuerpo y permito que mis neuronas absorban y digieran toda esa información, como lo llevan haciendo cientos de miles años; me fio de su experiencia y dejo que se reorganicen internamente para liberar lo más abiertamente posible (evitando sincericidios) su mensaje de respuesta.
Se establece así una comunicación mucho más enriquecedora, tridimensional, se comienza el baile con el tono y el contenido del lenguaje, el espejeo del cuerpo y el intercambio acompasado de las emociones … toda una experiencia sumamente enriquecedora.
De esta sesión me impresionó, sobre todo, la parte en la que nos estuvimos mirando, cara a cara, de frente y sin excusas, a los ojos, durante una eternidad… fue una experiencia enorme, que da vértigo...
Se comienza con una bienvenida amable y formal, para ir pasando a un ¿de qué va esto? ¿vas a seguir mucho tiempo ahí? me da miedo que veas mis dolores, mis debilidades, mis horrores, mis “echo en falta”, pero sé quién eres, sé que me puedo fiar de ti, me gustaría apagar las luces y llorar en tus hombros, apoyarme en ti ¡gracias!. Me re-impresionó también la enorme confianza y complicidad establecida entre los miembros del grupo.
¿Quieres ampliar tus opciones de acompañamiento? ¿Quieres salir de tu zona de confort? ¿Quieres sentir, bailar, jugar, reír…?
Curso intensivo Cuerpo y Emoción
Artículo de José Manuel Rodera, coach CORAOPS
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